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Emisiones de partículas y microplásticos de los vehículos de carretera: un grave problema de salud
El transporte es una de las actividades humanas con mayor impacto en la contaminación atmosférica. En 2020, la OMS (Organización Mundial de la Salud) informó de que la contaminación atmosférica exterior está dominada actualmente por partículas muy finas de diámetro igual o inferior a 2,5 mm, emitidas en gran medida por el tráfico automovilístico, causando la muerte de 4 millones de personas al año en todo el mundo, principalmente por sus efectos en los órganos cardiopulmonares.
El documento de Referencia de las Mejores Técnicas Disponibles (BREF) de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) (Informe Eionet – ETC/ATNI 2020/5) destacó que existen muy pocas intervenciones políticas para abordar el problema del aumento de las emisiones de partículas en suspensión (PM) de fuentes distintas de los sistemas de escape de los vehículos, debido a la falta de directrices y de investigación insuficiente. Se estableció que las emisiones de PM no derivadas de los sistemas de escape del transporte ya han superado en importancia a las emisiones de PM de los sistemas de escape, primero en el caso de PM10 y, más recientemente, también en el de PM2,5.
Según un reciente informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) sobre Salud y Medio Ambiente, cada año en la UE se producen más de 400.000 muertes prematuras debido a la contaminación del aire. Además, la Comisión Europea ha estimado que el coste económico anual de la contaminación atmosférica es de al menos 330.000 millones de euros. Por ello, la Comisión ha establecido el siguiente conjunto de objetivos a alcanzar para 2030 en el “Plan de Acción de la UE: Hacia la Contaminación Cero del Aire, el Agua y el Suelo”