La resiliencia en infraestructuras permite diseñar obras capaces de resistir, adaptarse y recuperarse ante fenómenos climáticos y desafíos del futuro.
La resiliencia en infraestructuras se ha convertido en un principio esencial de la ingeniería civil moderna. Ya no basta con construir estructuras sólidas: es necesario que sean capaces de anticipar, resistir y adaptarse a los impactos del cambio climático, los desastres naturales o las crisis energéticas.
En este nuevo paradigma, la ingeniería no se limita a resolver necesidades actuales, sino que diseña soluciones con visión de futuro. Cada proyecto debe concebirse como un sistema vivo, capaz de evolucionar y recuperarse frente a condiciones cada vez más inciertas.
¿Qué entendemos por resiliencia en infraestructuras?
La resiliencia en infraestructuras es la capacidad de una obra o sistema constructivo para mantener su funcionalidad y seguridad ante eventos extremos. Esta capacidad se traduce en cuatro ejes fundamentales:
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Anticipar los riesgos mediante la planificación y el análisis preventivo.
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Resistir impactos sin comprometer la estabilidad ni el servicio.
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Recuperarse rápidamente tras una crisis o fallo estructural.
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Adaptarse a nuevas condiciones, integrando aprendizajes y mejoras técnicas.
En el ámbito de la construcción, esta filosofía se aplica tanto a carreteras, puentes y túneles como a redes hidráulicas, ferroviarias o energéticas, todas ellas esenciales para el funcionamiento de una sociedad moderna.
Un marco estratégico para la resiliencia
A nivel internacional, la resiliencia está estrechamente ligada a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 9 y 11) y a la Estrategia Europea de Adaptación al Cambio Climático.
En España, el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible (MITMS) impulsa proyectos que integran la adaptación climática y la sostenibilidad en cada fase del ciclo de vida de la infraestructura. Estas políticas fomentan la planificación preventiva, la durabilidad de los materiales y la innovación en los procesos constructivos.
Estrategias técnicas para infraestructuras resilientes
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Diseño predictivo y preventivo
Gracias a herramientas como BIM o los gemelos digitales, es posible anticipar escenarios adversos —como crecidas de cauces, erosión o fatiga de materiales— antes de ejecutar la obra, minimizando riesgos desde el diseño. -
Materiales de alta durabilidad y bajo impacto ambiental
El uso de mezclas bituminosas recicladas, hormigones reforzados o componentes autocompactantes no solo incrementa la vida útil de la infraestructura, sino que reduce la huella ambiental. -
Redundancia estructural y capacidad de respuesta
Incorporar elementos de refuerzo o vías alternativas asegura la continuidad del servicio ante cualquier eventualidad. Este principio es esencial en infraestructuras críticas como puentes, presas o redes de transporte. -
Digitalización y monitorización avanzada
La instalación de sensores IoT, sistemas de alerta temprana y plataformas de análisis en tiempo real permite detectar anomalías antes de que se conviertan en fallos graves. -
Colaboración y gestión integral del riesgo
La resiliencia no se alcanza de forma aislada: requiere cooperación entre administraciones, empresas, universidades y ciudadanía para planificar, evaluar y mantener infraestructuras seguras y adaptativas.
Ejemplos de estructuras resilientes
En España, la aplicación de criterios de resiliencia ya se refleja en proyectos recientes.
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Reconstrucción de infraestructuras tras la DANA en Valencia: CHM ejecutó la recuperación del puente ferroviario de Paiporta y la estructura de la CV-36, ambas diseñadas con cimentaciones reforzadas, drenajes ampliados y materiales de alta resistencia para prevenir daños futuros.
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Sistemas hidráulicos de defensa frente a inundaciones: la construcción de balsas de laminación, tanques de tormenta y cauces adaptados a crecidas mejora la capacidad de absorción de eventos climáticos extremos.
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Infraestructuras europeas de referencia: Países Bajos ha desarrollado diques móviles con control automatizado, mientras que Italia adapta túneles alpinos con revestimientos termoactivos y drenaje inteligente.
Cada caso demuestra que la resiliencia no solo protege infraestructuras, sino también comunidades enteras, garantizando la continuidad de servicios esenciales y la seguridad de las personas.
El futuro de la resiliencia en la construcción
La evolución del sector apunta a infraestructuras inteligentes, conectadas y adaptativas, capaces de aprender de los datos y optimizar su comportamiento ante condiciones cambiantes.
La integración de inteligencia artificial, sensores distribuidos y sistemas predictivos permitirá mejorar la resiliencia en infraestructuras y pasar de la reacción a la anticipación, reduciendo costes y tiempos de intervención. Además, los nuevos pliegos técnicos del MITMS avanzan hacia la inclusión obligatoria de criterios de resiliencia y sostenibilidad en las licitaciones públicas.
La resiliencia en infraestructuras no es una tendencia, sino una necesidad estructural del siglo XXI. Incorporarla en cada fase, desde el diseño y la elección de materiales hasta la monitorización y mantenimiento, garantiza obras más seguras, eficientes y sostenibles.
En CHM, este enfoque se traduce en proyectos capaces de adaptarse al cambio climático, reducir riesgos y asegurar la continuidad del servicio público, alineando ingeniería, innovación y compromiso social.
Construir con resiliencia significa construir para el futuro.
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